Cicatrices quirúrgicas

Hace algunos años - y todavía a día de hoy se puede escuchar- se defendía la postura de no tocar ni hacer nada en una cicatriz durante el primer año. Hay muchas cicatrices que, efectivamente, pueden parecer inestéticas al principio y que, por sí solas, poco apoco van mejorando y el resultado final es aceptable.

Sin embargo habrá otras en que se haya iniciado un proceso de cicatrización anómalo, y esperar un año solo haga más difícil el tratamiento posterior. Conociendo las fases de la cicatrización normal (fase de coagulación o hemostasia, fase inflamatoria, fase proliferativa y fase madurativa), podemos “guiar” o “ayudar” a nuestro organismo a cicatrizar correctamente. Esto es lo que se denomina “cicatrización asistida por láser”, y consiste en ir tratando una cicatriz reciente (desde el mismo día en que se retiran los puntos) con los láseres y parámetros adecuados, de manera que no se produzca ni exceso ni defecto de cicatrización y, por tanto, el riesgo de cicatrización anómala (queloides, hipertróficas, atróficas) sea menor. Es de especial interés utilizar los láseres de manera precoz en áreas de alto impacto estético, en zonas donde son frecuentes los queloides (tronco), o en pacientes con antecedente de cicatrización anómala.

De manera simplificada se podría resumir el tratamiento de las cicatrices quirúrgicas del siguiente modo:

Cicatrices recientes (primeras semanas- pocos meses), si hay eritema (rojez): láseres vasculares, para mejorar la coloración y reducir la inflamación.
Cicatrices maduras (varios meses- años): láseres fraccionados, para remodelar el colágeno y mejorar la textura.

El número de sesiones es variable, generalmente hacen falta 3-5 sesiones pero pueden ser más según el resultado que queramos obtener (sabiendo que no por hacer infinitas sesiones la cicatriz va a desaparecer, llegará un punto en que no mejore más).